domingo, 26 de junio de 2011

JUAN BAUTISTA - EL VERDADERO SENTIDO DE LAS CELEBRACIONES DE HOY (24/06)

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Ana Paula (SaräAmma)
saragem@hotmail.es

24 de junio de 2011, 12:11pm

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Tranquila, solo relaja un poco.

Sé que te sorprende un poco mi presencia aquí contigo.

Solo respira un poco más…

Soy Juan Bautista, pero debes fluir mejor, para que puedas entender lo que vengo a decirte a ti, y a todos.

Vengo a ti, porque desde ayer estás en celebración por mi día, y me has recordado por ello, lo sé.

Te sorprendes, porque ahora te das cuenta, que hasta en eso, algo nos une. El hecho que el lugar donde nació tu madre, y en donde ahora vives, sea llamado, en mi honor, San Juan, obviamente en el idioma del lugar. Pero, haciéndome honor.

Por muchas vías hemos sido unidos, por muchas vías hemos compartido y estado juntos.

Hoy se celebra mi día, aunque para mí, no es relevante, pues no pasa de ser, simples fiestas tradicionales, donde el verdadero espíritu y significado, se han perdido completamente, y no pasan de ser, fiestas paganas, donde se tienta a la suerte, donde se juega a adivinar el futuro, o el devenir. Olvidándose que el futuro no existe. Que el futuro solo depende de dios, depende de nuestro padre.

Pues mi niña, por las tantas cosas que nos unen, y nos mantienen unidos, además del nombre de un lugar, es que he querido manifestarme ante ti hoy, solo para decir, recuérdenme por mis actos, por lo que he hecho, por lo que fui, por lo que he sido, en muchas vidas, porque mi esencia no se pierde, pero en este caso, en que se celebra mi vida como San Juan bautista en el tiempo de Jesús, hace 2000 años, entonces enfóquense en mis actos de ese tiempo lejano, y no disgreguen el verdadero sentido de las celebraciones que se realizan en el día de hoy.

Mi niña, te invito a buscar información sobre mí, caerás en el lugar justo, y compártelo también, con este mensaje.

Gracias por recibirme, sabes que a pesar de la lejanía, en cierta forma, siempre estamos en contacto.

Hasta pronto, dicha y felicidad los envuelvan a todos, y sean bendecidos siempre, por mi Padre Celestial.

Tranquila mi niña, lo has hecho bien, he querido venir, aprovechando el momento, para solo decirte, que permaneces en mi corazón.

Hasta pronto.

SAN JUAN BAUTISTA

Precursor del Mesías. El sobrenombre de Bautista le proviene de su ministerio. Nacido, según algunos, en Judea, pueblecito de Judea; según otros, en Hebrón. Sus padres fueron Zacarías y Elizabeth, prima de la Santísima Virgen. — Fiesta: 24 de junio. Misa propia.

Es ciertamente una fiesta alegre y popular la del Bautista. En ella parece cumplirse aún la palabra con la que el ángel anunció a Zacarías su venida al mundo: «Muchos Se regocijarán en su nacimiento»; y se regocijaron, en efecto, cuando éste tuvo lugar en las montañas de Judea, y se regocijan todavía en todo el mundo, veinte siglos después.

Fue Juan el Precursor de Cristo, el que vino para preparar y alumbrar los caminos del Señor; por esto la Iglesia celebra su nacimiento, como celebra el de Jesús, distinguiéndolo en esto de los demás Santos. Y con este fin, en el día de su festividad, ha puesto en la Misa esta preciosa perícopa evangélica, que magníficamente nos muestra su predestinación divina

«A Isabel, se le cumplió el tiempo de su parto y dio a luz un hijo.» Y se enteraron sus amigos y parientes de que el Señor había usado con ella de gran misericordia, y le daban el parabién.»

Y aconteció que al octavo día vinieron a circuncidar al niño, y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; intervino su madre, diciendo: No, sino que se llamará Juan. Dijéronle: Nadie hay de tu familia que se llame con ese nombre. Hacían señas a su padre sobre cómo quería que se llamase. Él, pidiendo una tablilla, escribió en estos términos: Juan es su nombre. Y se maravillaron todos. Abriose su boca de improviso, y su lengua quedó expedita, y hablaba bendiciendo a Dios. Y se espantaron todos los que vivían en su vecindad, y en toda la montaña de Judea se divulgaban todas estas cosas, y todos los que las oían las guardaron en su corazón, diciendo: “¿Qué será, pues, este niño?”. Porque, a la verdad, la mano del Señor visitó y rescató a su pueblo...”.»

Y Zacarías, su padre, fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque visitó y rescató a su pueblo...”».

¡Precursor de Jesús!

Precursor es el que precede, el que va delante de otro para anunciar su inmediata aparición. Los profetas entretuvieron a la huérfana humanidad, delineando a grandes rasgos la hermosa figura del Redentor; crecía cada día el ansia por la llegada del Mesías y avivábase la confianza.

Juan el Bautista anuncia a Cristo no sólo con palabras, como los otros profetas, sino especialmente con una vida análoga a la del Salvador. Nace seis meses antes que Él; su nacimiento es vaticinado y notificado por el ángel Gabriel, como el suyo, y causa en las montañas de Judea una conmoción y regocijo semejantes a los que debían tener lugar poco después en las cercanías de Belén.

El nacimiento de San Juan Bautista es un prodigio, porque no fue obstáculo para él la ancianidad y esterilidad de Isabel, como no lo fue a María su purísima virginidad. En vida oculta y escondida consume los treinta primeros años de su existencia; nadie sabe de él, ni de él nos hablan los evangelistas, como tampoco nos hablan de Jesús en aquel mismo período, en que quedan ambos como eclipsados.

A los treinta años salen ambos: uno de su retiro de Nazaret, otro de sus soledades del Jordán; pero Juan, conforme a su oficio de Precursor, sale antes que Jesús.

Truena su voz en las márgenes de aquel río, síguenle las turbas, incrépanle los fariseos... Él habla con libertad a los pobres y a los poderosos. Hay quien le cree el Mesías. Hay quien escucha su voz como la Buena Nueva prometida, cuando en realidad no es más que su prólogo.

Bien claro Juan lo afirma: «Está para venir otro más poderoso que yo, al cual yo no soy digno de desatar la correa de su calzado».

Pronto se extiende el renombre de su virtud, y aumenta la veneración del pueblo hacia él; los judíos acuden para ser bautizados, enfervorizados por sus palabras. Mientras predica y bautiza anuncia un bautismo perfecto: «Yo bautizo en el agua y por la penitencia, y el que vendrá, en el Espíritu Santo y el fuego».

Y cuando Jesús se acerca al Jordán para ser por él bautizado, Juan no se atreve a hacerlo.

«¿Tú vienes a mí, cuando yo debería ser bautizado por Ti?» Más Jesús insiste, y le bautiza entonces.

Encarcelado por Herodes Antipas por haberse atrevido a reprimir y censurar su conducta y vida escandalosa, le llega la noticia de que Jesús ha empezado su ministerio público. Jesús, por su parte, en su predicación asegura a los judíos que entre todos los hombres de la tierra no hay un profeta más grande que Juan.

Se ignora cuánto tiempo pasó en la cárcel. Aconteció que con motivo de una fiesta en celebración del nacimiento de Herodes, cuando el vino y los manjares y las danzas exaltaban a todos, Salomé, hija de Herodías, esposa ilegítima del rey, bailó ante Herodes. Entusiasmado éste, prometió darle cuanto pidiera, aunque fuese la mitad de su reino. Instigada por su madre, pidió Salomé la cabeza del Bautista. Herodes, no osando faltar a su palabra empeñada ante todos, ordenó fuese traída la cabeza de Juan, la cual en una bandeja fue presentada, efectivamente, a Herodías por su hija. Sus discípulos recogieron el cuerpo del Bautista y le dieron sepultura...

Las alegres fogatas que en la noche de la vigilia de San Juan coronan las montañas y alumbran nuestras calles y plazas, no parecen sino un reflejo, que pasa a través de los siglos, del popular alborozo con que fue saludado por los vecinos de Judea el nacimiento de uno de los santos más populares de la Iglesia.

Tomado de:

http://multimedios.org/docs/d001400/

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